ENSÉÑANOS A ORAR

¿Qué es el ayuno y por qué lo hacemos?

El ayuno es un acto espiritual en el que decidimos abstenernos de ciertos alimentos o hábitos para enfocarnos en la oración, la meditación y la cercanía con Dios. Ayunar nos ayuda a fortalecer nuestra fe, a humillarnos ante Él y a buscar Su dirección.

¿Qué tipo de ayuno se hará en estos 21 días?

El tipo de ayuno puede variar. Algunos ayunan solo de ciertos alimentos (como alimentos sólidos, carnes, azúcares, etc.), mientras que otros pueden hacer un ayuno completo de alimentos y solo beber líquidos. Puede ser importante que cada persona consulte con su pastor o líder sobre qué tipo de ayuno se recomienda y cómo se estructurará en la iglesia.

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Día 21

Mensaje:

¡Despierta! La Oración como Pilar de la Vida Cristiana

El llamado que resuena a lo largo de todo este détox es claro y urgente: un despertar a la realidad de la oración como el pilar fundamental de la vida cristiana y la preparación para la venida de Cristo. La petición de los discípulos a Jesús, “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1), no era una mera solicitud para aprender una nueva práctica religiosa, sino un deseo profundo de entrar en la misma intimidad y poder que veían en la vida de
Jesús. La oración es presentada no solo como una disciplina, sino como la vía hacia una relación transformadora con Dios. En un mundo lleno de ruido, distracciones y superficialidad, somos invitados a entrar en un lugar de quietud y encuentro real con el Creador. La oración es el lugar donde se derrumban nuestras fachadas, donde nuestras debilidades son expuestas, y donde encontramos nuestra verdadera identidad en Cristo. Este es el llamado a todos los creyentes: no conformarse con una fe de segunda mano, basada en las experiencias de otros, sino buscar una relación directa y personal con Dios.

La oración no es simplemente pedir cosas a Dios, sino un proceso de ser transformados en su presencia. Es allí donde somos refinados, donde nuestra vida es moldeada conforme a su voluntad, y donde somos capacitados para llevar a cabo la misión que Él nos ha encomendado. En un tiempo de intimidad en el que las palabras y mensajes abundan, la verdadera necesidad es de voces auténticas que hablen desde un lugar de encuentro con Dios. La diferencia entre ser un eco y una voz es marcada por la profundidad de nuestra relación con Dios en la oración. La oración nos transforma en esas voces proféticas que claman en el desierto, preparando el camino del Señor. Nos convierte en portadores de un mensaje que no solo informa, sino que transforma corazones, confronta el pecado y lleva a la gente a un encuentro genuino con Dios.

Estamos en una espera activa, como la novia que se prepara para el regreso de su novio. Esta espera no es pasiva ni resignada, sino llena de anticipación y acción. Como Iglesia, somos llamados a estar en una constante postura de preparación, manteniendo nuestras lámparas llenas de aceite, velando y orando, para estar listos cuando el Novio regrese. Isaías 40 se convierte en un marco esencial para entender nuestra tarea en este tiempo. La preparación del camino del Señor requiere una vida dedicada a la oración, al ayuno, y a la meditación en la Palabra.

La imagen de la Iglesia como la novia que espera al Novio es central en este llamado. Estamos siendo preparados para un encuentro glorioso con Cristo y este tiempo de espera es un tiempo de preparación. Somos  llamados a vivir en santidad, en obediencia, y en una relación íntima con Dios, sabiendo que nuestra vida en este mundo es solo un preludio para la eternidad con Él.

 

Este es el poderoso desafío con el que debemos quedar todos: Clamar a Dios para que nos enseñe a orar, para que nos prepare como su iglesia y para que seamos esa voz en el desierto que proclama su venida. Que cada discípulo tome esta invitación con seriedad, entrando en el fuego de su presencia, siendo transformado y viviendo en la expectativa gozosa del regreso de Cristo.

¡Maranata! ¡El Señor viene!

Día 21

¡Despierta! La Oración como Pilar de la Vida Cristiana

Día 21

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¡Despierta! La Oración como Pilar de la Vida Cristiana

El llamado que resuena a lo largo de todo este détox es claro y urgente: un despertar a la realidad de la oración como el pilar fundamental de la vida cristiana y la preparación para la venida de Cristo. La petición de los discípulos a Jesús, “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1), no era una mera solicitud para aprender una nueva práctica religiosa, sino un deseo profundo de entrar en la misma intimidad y poder que veían en la vida de
Jesús. La oración es presentada no solo como una disciplina, sino como la vía hacia una relación transformadora con Dios. En un mundo lleno de ruido, distracciones y superficialidad, somos invitados a entrar en un lugar de quietud y encuentro real con el Creador. La oración es el lugar donde se derrumban nuestras fachadas, donde nuestras debilidades son expuestas, y donde encontramos nuestra verdadera identidad en Cristo. Este es el llamado a todos los creyentes: no conformarse con una fe de segunda mano, basada en las experiencias de otros, sino buscar una relación directa y personal con Dios.

La oración no es simplemente pedir cosas a Dios, sino un proceso de ser transformados en su presencia. Es allí donde somos refinados, donde nuestra vida es moldeada conforme a su voluntad, y donde somos capacitados para llevar a cabo la misión que Él nos ha encomendado. En un tiempo de intimidad en el que las palabras y mensajes abundan, la verdadera necesidad es de voces auténticas que hablen desde un lugar de encuentro con Dios. La diferencia entre ser un eco y una voz es marcada por la profundidad de nuestra relación con Dios en la oración. La oración nos transforma en esas voces proféticas que claman en el desierto, preparando el camino del Señor. Nos convierte en portadores de un mensaje que no solo informa, sino que transforma corazones, confronta el pecado y lleva a la gente a un encuentro genuino con Dios.

Estamos en una espera activa, como la novia que se prepara para el regreso de su novio. Esta espera no es pasiva ni resignada, sino llena de anticipación y acción. Como Iglesia, somos llamados a estar en una constante postura de preparación, manteniendo nuestras lámparas llenas de aceite, velando y orando, para estar listos cuando el Novio regrese. Isaías 40 se convierte en un marco esencial para entender nuestra tarea en este tiempo. La preparación del camino del Señor requiere una vida dedicada a la oración, al ayuno, y a la meditación en la Palabra.

La imagen de la Iglesia como la novia que espera al Novio es central en este llamado. Estamos siendo preparados para un encuentro glorioso con Cristo y este tiempo de espera es un tiempo de preparación. Somos  llamados a vivir en santidad, en obediencia, y en una relación íntima con Dios, sabiendo que nuestra vida en este mundo es solo un preludio para la eternidad con Él.

 

Este es el poderoso desafío con el que debemos quedar todos: Clamar a Dios para que nos enseñe a orar, para que nos prepare como su iglesia y para que seamos esa voz en el desierto que proclama su venida. Que cada discípulo tome esta invitación con seriedad, entrando en el fuego de su presencia, siendo transformado y viviendo en la expectativa gozosa del regreso de Cristo.

¡Maranata! ¡El Señor viene!

¡Despierta! La Oración como Pilar de la Vida Cristiana El llamado que resuena a lo largo de todo este détox es claro y urgente: un despertar a la realidad de la oración como el pilar fundamental de la vida cristiana y la preparación para la venida de Cristo. La petición de los discípulos a Jesús, …

Día 20

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Voces no ecos

“El bautismo de fuego está aquí y está por venir.” Este llamado resuena como un desafío a todos los creyentes: no basta con ser talentosos, ungidos o sabios, lo que realmente importa es si se desea la realidad de Dios en la vida. ¿Estás satisfecho con observar a otros, experimentar a Dios, o anhelas un encuentro personal y transformador? La pregunta es clara: ¿eres un eco de otros o una voz auténtica? La cultura actual, tanto dentro como fuera de la iglesia, está saturada de ruido y superficialidad. En medio de este caos, se necesita desesperadamente voces genuinas, no ecos. Voces que no obtuvieron su mensaje de libros o de hombres, sino en el lugar secreto de la oración, el ayuno y la meditación en la Palabra. Es ahí, en la intimidad con Dios, donde las verdaderas voces son formadas; este proceso requiere valentía, pues implica ser despojado de toda fachada, enfrentando miedos e inseguridades para escuchar la voz de Dios diciendo: “Eres mío”

En un mundo que valora la popularidad por seguidores, “likes” y vistas, el llamado es a apartarse de todo ruido y buscar la realidad en Dios. Esta búsqueda tiene un costo, pero el fruto es inigualable: cuando una voz verdadera habla, se mueven ángeles, demonios y los corazones de las personas. Isaías 40 es una clave fundamental, este pasaje revela la fragilidad humana frente a la majestad eterna de Dios: “Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo” (Isaías 40:6, NVI). Las voces auténticas son formadas en el desierto, donde la Palabra de Dios trabaja como un bisturí, separando el alma del espíritu, quemando el pecado, rompiendo corazones endurecidos y lavando toda impureza; en procesos como este las voces reciben palabras que cortan, sanan y liberan.

La revelación de la eternidad es una necesidad urgente en esta generación. Nada nos libera tanto del temor al hombre como la perspectiva eterna. Isaías 40 nos recuerda quién es Dios: “¿Quién midió las aguas con la palma de su mano, o con el ancho de su mano tomó la medida de los cielos?” (Isaías 40:12, NVI). Este Dios todopoderoso no solo es majestuoso, sino también cercano; Él ha puesto su afecto en nosotros, y aunque a veces nos preguntamos “Dios, ¿dónde estás?” o “¿Por qué no respondes?”, la verdad es que “El Dios eterno, el Señor, el Creador de los confines de la tierra, no se cansa ni se fatiga, y su entendimiento es inescrutable” (Isaías 40:28, NVI).

Dios fortalece a los débiles y da poder a los cansados. Isaías 40:29-31 (NVI) proclama: “Él da fuerzas al cansado y acrecienta el vigor del que está débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas.” La espera en el Señor no es inactividad sino un acto de fe y dependencia total que transforma y empodera.

Finalmente, este llamado es a convertirse en mensajeros que proclamen la majestad de Dios, confrontando las dos grandes mentiras: “Dios, ¿dónde estás?” y “Dios, ¿por qué no respondes?”. Estas voces auténticas preparan el camino para su venida, alimentando a una generación hambrienta con el conocimiento de su gloria y poder. “Señor, enséñanos a orar.” La invitación entonces es a que como un verdadero discípulo te acerques a Él y tú mismo se lo pidas cada día.

Día 20

Voces no ecos

Día 20

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Voces no ecos

“El bautismo de fuego está aquí y está por venir.” Este llamado resuena como un desafío a todos los creyentes: no basta con ser talentosos, ungidos o sabios, lo que realmente importa es si se desea la realidad de Dios en la vida. ¿Estás satisfecho con observar a otros, experimentar a Dios, o anhelas un encuentro personal y transformador? La pregunta es clara: ¿eres un eco de otros o una voz auténtica? La cultura actual, tanto dentro como fuera de la iglesia, está saturada de ruido y superficialidad. En medio de este caos, se necesita desesperadamente voces genuinas, no ecos. Voces que no obtuvieron su mensaje de libros o de hombres, sino en el lugar secreto de la oración, el ayuno y la meditación en la Palabra. Es ahí, en la intimidad con Dios, donde las verdaderas voces son formadas; este proceso requiere valentía, pues implica ser despojado de toda fachada, enfrentando miedos e inseguridades para escuchar la voz de Dios diciendo: “Eres mío”

En un mundo que valora la popularidad por seguidores, “likes” y vistas, el llamado es a apartarse de todo ruido y buscar la realidad en Dios. Esta búsqueda tiene un costo, pero el fruto es inigualable: cuando una voz verdadera habla, se mueven ángeles, demonios y los corazones de las personas. Isaías 40 es una clave fundamental, este pasaje revela la fragilidad humana frente a la majestad eterna de Dios: “Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo” (Isaías 40:6, NVI). Las voces auténticas son formadas en el desierto, donde la Palabra de Dios trabaja como un bisturí, separando el alma del espíritu, quemando el pecado, rompiendo corazones endurecidos y lavando toda impureza; en procesos como este las voces reciben palabras que cortan, sanan y liberan.

La revelación de la eternidad es una necesidad urgente en esta generación. Nada nos libera tanto del temor al hombre como la perspectiva eterna. Isaías 40 nos recuerda quién es Dios: “¿Quién midió las aguas con la palma de su mano, o con el ancho de su mano tomó la medida de los cielos?” (Isaías 40:12, NVI). Este Dios todopoderoso no solo es majestuoso, sino también cercano; Él ha puesto su afecto en nosotros, y aunque a veces nos preguntamos “Dios, ¿dónde estás?” o “¿Por qué no respondes?”, la verdad es que “El Dios eterno, el Señor, el Creador de los confines de la tierra, no se cansa ni se fatiga, y su entendimiento es inescrutable” (Isaías 40:28, NVI).

Dios fortalece a los débiles y da poder a los cansados. Isaías 40:29-31 (NVI) proclama: “Él da fuerzas al cansado y acrecienta el vigor del que está débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas.” La espera en el Señor no es inactividad sino un acto de fe y dependencia total que transforma y empodera.

Finalmente, este llamado es a convertirse en mensajeros que proclamen la majestad de Dios, confrontando las dos grandes mentiras: “Dios, ¿dónde estás?” y “Dios, ¿por qué no respondes?”. Estas voces auténticas preparan el camino para su venida, alimentando a una generación hambrienta con el conocimiento de su gloria y poder. “Señor, enséñanos a orar.” La invitación entonces es a que como un verdadero discípulo te acerques a Él y tú mismo se lo pidas cada día.

Voces no ecos “El bautismo de fuego está aquí y está por venir.” Este llamado resuena como un desafío a todos los creyentes: no basta con ser talentosos, ungidos o sabios, lo que realmente importa es si se desea la realidad de Dios en la vida. ¿Estás satisfecho con observar a otros, experimentar a Dios, …

Día 19

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El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego

El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, como profetizó Juan el Bautista en Lucas 3:16, es una de las revelaciones más profundas de Jesús. Juan dijo: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego” (NVI). Esta revelación, presente en los cuatro Evangelios, nos habla de un proceso de purificación y transformación que Jesús trae, no solo preparando nuestro corazón sino refinándolo con fuego.

El fuego de Jesús es un fuego que separa, como se menciona en Lucas 3:17. Este proceso de purificación elimina las áreas grises, las ambigüedades en nuestra vida, y establece una clara distinción entre lo que pertenece al Reino de Dios y lo que debe ser desechado. Jesús expresa en Lucas 12:49-53 un deseo ardiente de traer este fuego purificador a la tierra; este fuego, lejos de ser un símbolo de destrucción, es un agente de purificación y santificación, que divide no para destruir, sino para preparar a la Iglesia como una esposa pura y sin mancha. Jesús desea una relación íntima con nosotros, pero sabe que esta relación requiere un proceso de refinamiento profundo.

A lo largo de la historia, hemos visto cómo Dios ha usado el fuego para purificar a su pueblo, exponiendo debilidades y vulnerabilidades, trayendo a la luz todo lo que debe ser tratado. Este proceso no es cómodo, pero es esencial para prepararnos para un derramamiento más grande del Espíritu Santo. Jesús está preparando una Iglesia que refleje su gloria, una Iglesia que se una a Él en espíritu y verdad, sin las manchas de la religión superficial ni las arrugas de la autosuficiencia. Este bautismo de fuego también es un camino hacia una identidad espiritual más profunda: la identidad de la Novia. A través del fuego del Espíritu Santo, somos transformados y nuestra relación con Jesús se vuelve más íntima. Como dice Efesios 5:25-27, Jesús utiliza tanto el agua como el fuego para preparar a su Iglesia, lavándola y refinándola para presentarla como su novia pura y santa.

La comunión con el Espíritu Santo es fundamental en este proceso. 2 Corintios 13:14 nos invita a vivir en comunión constante con el Espíritu. Esta comunión implica meditar en la Palabra, hablar con el Espíritu Santo y orar en lenguas. A través de estos actos, el Espíritu Santo no solo nos revela los profundos misterios de Dios, sino que también, alinea nuestros pensamientos y emociones con los de Jesús. Hablar con el Espíritu Santo es una práctica que nos lleva a una comunión más profunda con Él. Frases simples como “Espíritu Santo, te amo” o “Espíritu Santo, guíame” pueden abrir un diálogo constante, permitiéndonos escuchar su voz en nuestro interior. El Espíritu Santo también actúa como el “Amigo del Novio”, preparando a la Iglesia para su encuentro con Jesús. En su papel, revela a Jesús a nuestra alma, destruyendo paradigmas erróneos y llevándonos a una comprensión más profunda de nuestra identidad como la Novia de Cristo.

En conclusión, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego es un llamado a una vida de santidad, transformación y comunión profunda con Dios. Nos prepara para nuestro destino eterno como la Novia de Cristo, estableciendo en nosotros una relación íntima y vibrante con Jesús, el Novio que anhela nuestra total devoción y pureza.

Día 19

El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego

Día 19

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El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego

El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, como profetizó Juan el Bautista en Lucas 3:16, es una de las revelaciones más profundas de Jesús. Juan dijo: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego” (NVI). Esta revelación, presente en los cuatro Evangelios, nos habla de un proceso de purificación y transformación que Jesús trae, no solo preparando nuestro corazón sino refinándolo con fuego.

El fuego de Jesús es un fuego que separa, como se menciona en Lucas 3:17. Este proceso de purificación elimina las áreas grises, las ambigüedades en nuestra vida, y establece una clara distinción entre lo que pertenece al Reino de Dios y lo que debe ser desechado. Jesús expresa en Lucas 12:49-53 un deseo ardiente de traer este fuego purificador a la tierra; este fuego, lejos de ser un símbolo de destrucción, es un agente de purificación y santificación, que divide no para destruir, sino para preparar a la Iglesia como una esposa pura y sin mancha. Jesús desea una relación íntima con nosotros, pero sabe que esta relación requiere un proceso de refinamiento profundo.

A lo largo de la historia, hemos visto cómo Dios ha usado el fuego para purificar a su pueblo, exponiendo debilidades y vulnerabilidades, trayendo a la luz todo lo que debe ser tratado. Este proceso no es cómodo, pero es esencial para prepararnos para un derramamiento más grande del Espíritu Santo. Jesús está preparando una Iglesia que refleje su gloria, una Iglesia que se una a Él en espíritu y verdad, sin las manchas de la religión superficial ni las arrugas de la autosuficiencia. Este bautismo de fuego también es un camino hacia una identidad espiritual más profunda: la identidad de la Novia. A través del fuego del Espíritu Santo, somos transformados y nuestra relación con Jesús se vuelve más íntima. Como dice Efesios 5:25-27, Jesús utiliza tanto el agua como el fuego para preparar a su Iglesia, lavándola y refinándola para presentarla como su novia pura y santa.

La comunión con el Espíritu Santo es fundamental en este proceso. 2 Corintios 13:14 nos invita a vivir en comunión constante con el Espíritu. Esta comunión implica meditar en la Palabra, hablar con el Espíritu Santo y orar en lenguas. A través de estos actos, el Espíritu Santo no solo nos revela los profundos misterios de Dios, sino que también, alinea nuestros pensamientos y emociones con los de Jesús. Hablar con el Espíritu Santo es una práctica que nos lleva a una comunión más profunda con Él. Frases simples como “Espíritu Santo, te amo” o “Espíritu Santo, guíame” pueden abrir un diálogo constante, permitiéndonos escuchar su voz en nuestro interior. El Espíritu Santo también actúa como el “Amigo del Novio”, preparando a la Iglesia para su encuentro con Jesús. En su papel, revela a Jesús a nuestra alma, destruyendo paradigmas erróneos y llevándonos a una comprensión más profunda de nuestra identidad como la Novia de Cristo.

En conclusión, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego es un llamado a una vida de santidad, transformación y comunión profunda con Dios. Nos prepara para nuestro destino eterno como la Novia de Cristo, estableciendo en nosotros una relación íntima y vibrante con Jesús, el Novio que anhela nuestra total devoción y pureza.

El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, como profetizó Juan el Bautista en Lucas 3:16, es una de las revelaciones más profundas de Jesús. Juan dijo: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien no soy …

¿Cómo me preparo para ayunar?

Es recomendable prepararte física y espiritualmente. Puedes comenzar reduciendo la cantidad de comida o los alimentos que consumes en los días previos. Espiritualmente, es importante orar y pedirle a Dios que te dé fortaleza y que te ayude a enfocarte en el propósito del ayuno.

Foto 19 V

Tipos de ayuno: cómo elegir el adecuado para ti

Ayuno completo

Solo se consume agua o líquidos. Es el más desafiante y requiere supervisión.

Ayuno parcial o de Daniel

Se eliminan ciertos alimentos, como carnes, azúcares y productos procesados, priorizando frutas, verduras y granos integrales.

Ayuno de distracciones

Consiste en abstenerse de actividades como redes sociales o televisión para dedicar más tiempo a Dios.

PREGUNTAS FRECUENTES

Para que Dios haga cosa en nosotros (transformación del corazón) y forme su carácter en nuestra voluntad.

Nos abstenemos de consumir algunos alimentos durante 21 días y buscamos la presencia de Dios para que Él siga trabajando en nuestra vida. Normalmente seguimos el «Ayuno de Daniel» que es tomando el fruto de la tierra (verduras, nueces, semillas, aceites, productos sin levadura, frutas, tofu y mucha agua).

*Reunión de oración a partir de enero 7 todos los martes y jueves a las 6:00 a.m. presencial hasta enero 23.
A partir de enero 28, reanudaremos la dinámica vía zoom/youtube a las 6:00 a.m.
*Devocionales en video y por escrito diariamente que puedes encontrar en nuestras redes sociales (YouTube, Fb, Instagram, app y Página Web).

Antes de iniciar, piensa y deja por escrito el propósito por el cual vas a ayunar… de esta manera no tienes que estar justificando tu apetito. Haz un compromiso verbal delante del Señor y comienza con un corazón comprometido.

La mejor manera de enseñarles a los niños el poder del ayuno es por medio de tu ejemplo. Si ellos quieren ayunar o si tú quieres que toda tu familia participe, considera dejar los postres, bebidas «suaves» o algún alimento que implique un sacrificio para todos. Además, en este caso como familia, pueden dejar la televisión y emplear este tiempo para discutir algún pasaje de la Biblia

Consulta con tu doctor antes de iniciar y decide con él cómo puedes ayunar. Si tu salud te impide ayunar alimentos, trata de ayunar algo más que te implique hacer un sacrifico y reemplaza esa «distracción» por un tiempo exclusivo para la oración y el estudio de la Biblia.

Buscar al Señor a través del ayuno y la oración nunca será una pérdida de tiempo. Dios ve tu esfuerzo. Determina en tu corazón y continua.

No, piensa en el ayuno como una maratón y no como en una carrera. ¡No te rindas! Si te caes, levántate y continúa.
Conquistar al «rey estómago» es difícil, pero lo vas a lograr.

Ayunar alimentos es el tipo de ayuno que está en la Biblia.
Sin embargo, si no lo puedes hacer por razones de salud, siéntete libre de ayunar algo que posiblemente esté teniendo el control de tu vida o que te esté impidiendo crecer en tu área espiritual. Reemplaza ese tiempo con oración y estudio de la Palabra de Dios.

El ejercicio moderado es bueno; sin embargo, consulta con tu médico acerca del ayuno y el ejercicio. Si estás haciendo un ayuno total, posiblemente no tengas la energía necesaria para mantener el alto rendimiento cuando te ejercites.

En ese caso, considera un ayuno parcial que te permita obtener la nutrición necesaria para el buen desempeño de tu trabajo.

Hay una referencia en la Escritura acerca de la abstinencia sexual durante el tiempo del ayuno.
1 de Corintios 7:2-5 «Pero en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, A NO SER DE MUTUO ACUERDO, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente (…)» La respuesta es sí, la Escritura lo permite, pero solamente si es bajo mutuo consentimiento, es decir, esposo y esposa deben estar de acuerdo en ayunar relaciones sexuales y buscar al Señor durante el tiempo pactado.

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