La verdadera misión

La verdadera misión No hay nada más opuesto a los propósitos de Dios que las intenciones producidas desde el celo humano y religioso. Por eso, Jesús nos dice: “Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Él no nos dice que vayamos, ni que intentemos solucionar el problema, ni que nos …

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La verdadera misión

No hay nada más opuesto a los propósitos de Dios que las intenciones producidas desde el celo humano y religioso. Por eso, Jesús nos dice: “Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Él no nos dice que vayamos, ni que intentemos solucionar el problema, ni que nos unamos a un viaje misionero; nos dice específicamente que oremos al “Señor de la cosecha”. Jesús nos ordena que arrojemos nuestra vida, nuestro dolor
y nuestras cargas en oración sobre aquel que es dueño de la cosecha, ama la cosecha y ha muerto por la cosecha. Esta es la respuesta más elevada para ver las necesidades de las naciones. Al principio, esto puede parecer desalentador, porque a veces, cuando oramos, no sentimos que estemos logrando mucho; sin embargo, Dios lo ha diseñado así, Él espera que oremos por esa provisión y que la prioridad sea alimentarnos de la Palabra y vivir conforme a ella.

No quiero pasar este mandato demasiado rápido. El versículo, que históricamente hemos convertido en un grito de guerra para ir, es en realidad un grito de guerra para orar.

La palabra orar no es un jugueteo pasivo de nuestros pulgares, sino una súplica agresiva y desesperada a Dios para que le seamos útiles en la cosecha. Dios ama la cosecha más que nosotros. Dios está más involucrado en la cosecha que nosotros; Jesús es el Señor de la mies, Él es el dueño de la cosecha. Él es quien más se invierte y se compromete con la cosecha; Él conoce la forma más eficaz de recoger la cosecha y también sabe qué
hacer con ella una vez recogida. En su tiempo y elección, Dios enviará trabajadores a su campo de cosecha.

Creo que Dios está construyendo odres (casas e iglesias) de oración en toda la tierra para que sirvan como “invernaderos” para estos trabajadores. Esto preparará el escenario para el mayor impulso de las misiones apostólicas en la tierra. Esto preparará a las naciones para la hora más grande y poderosa de la historia humana que culminará con el regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por tanto, estos mensajeros deben estar preparados y capacitados.

Debemos regresar a los antiguos caminos en los que Dios llamaba a sus mensajeros a salir de las salas de oración en lugar de solo de las aulas. Los mensajeros de esas salas de oración verán lo que Jesús ve, sus corazones serán transformados a la semejanza del pastor de Israel, serán conmovidos tal como Él es conmovido, y luego serán arrojados al campo de la cosecha para trabajar en su obra.

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Edwin Castro