La Carga de Predicar

La Carga de Predicar Muchas veces Dios pone en nosotros la predicación profética como “carga de predicar” dada por Dios, esto significa que la predicación debería ser como el desbordamiento de una profunda conexión personal con Dios, no solo como un mensaje elaborado. El enfoque del verdadero predicador no debe estar en la sabiduría humana …

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La Carga de Predicar

Muchas veces Dios pone en nosotros la predicación profética como “carga de predicar” dada por Dios, esto significa que la predicación debería ser como el desbordamiento de una profunda conexión personal con Dios, no solo como un mensaje elaborado. El enfoque del verdadero predicador no debe estar en la sabiduría humana o en la elocuencia, sino en comunicar desde un lugar de asombro e intimidad con Dios. Apocalipsis 4:8 describe a las “cuatro criaturas vivientes” cuando declaran “santo, santo, santo” en adoración continua ante el trono de Dios, y así los predicadores también deberían ser autivados por Dios, en lugar de depender de sus propias habilidades o sofisticación.

Un ejemplo de ello es el poderoso encuentro de Isaías con la santidad de Dios en Isaías 6:1-5, donde al ver la majestad de Dios, se enfrenta a su propio pecado. Esta revelación lo impulsa a declarar: “¡Ay de mí, que soy muerto!… porque han visto mis ojos al Rey”. Esto nos sirve para ilustrar que la predicación genuina surge de un lugar de exposición personal a la santidad de Dios, que revela las limitaciones del predicador y genera humildad. Este encuentro transformó el mensaje de Isaías, llenándolo de peso y autenticidad, una característica esencial para la predicación profética en la actualidad. Para discernir cuando Dios revela un mensaje, hay ciertos versículos o temas que destacan poderosamente, como si fueran “resaltados” por el Espíritu Santo; para que esto suceda necesitamos una relación continua y profunda con Dios. Cuando Dios nos da una Palabra debemos sumergirnos en el texto, leerlo repetidamente y meditar en él para extraer revelaciones más profundas. Esto se compara con una búsqueda de tesoros, buscando ideas que toquen el corazón y provoquen una respuesta de adoración.

Corey Russell, autor del libro “Enséñanos a orar” sigue un método de cuatro pasos cuando Dios le impacta con un mensaje: “Llénate leyendo, piensa claro, óralo con fuego y déjate llevar”. Primero, se satura del pasaje, a veces durante varios meses, orando a través de él, recitándolo en voz alta y memorizándolo. Durante este tiempo, busca activamente pensando con claridad, haciéndose preguntas como: “¿Qué aspecto de Jesús se revela aquí?” o “¿Qué verdad transmite este pasaje a mi vida?” Este proceso, que puede incluir el uso de comentarios u otros escritos espirituales, le ayuda a ver tanto el contexto histórico como la relevancia del mensaje para hoy. Sin embargo, destaca la importancia de depender principalmente del Espíritu Santo, recordando 1 Juan 2:27, que habla de la “unción que nos enseña todas las cosas”. El objetivo no es simplemente transmitir información, sino permitir que las verdades Divinas perforen y despierten los corazones. Al alinearte con el corazón de Dios y administrar Su Palabra con reverencia, puedes comunicar con autoridad, independientemente de la respuesta humana.

Por último, quiero recordarte que no requieres una gran plataforma para predicar, prepárate para ello si es que Dios así lo quiere, pero puedes predicar a tu familia, a tus vecinos, en tu lugar de trabajo, en fin, si te mantienes preparado para compartir el mensaje que recibes de Dios a diario, siempre tendrás un lugar donde predicar y soltar el hermoso peso de la “carga de predicar”.

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Edwin Castro