La Autenticidad en la Predicación

La Autenticidad en la Predicación La predicación la debemos ver como un ejercicio de autenticidad, disciplina espiritual y dependencia de Dios. La preparación del mensaje la podemos ver también como un proceso que incluye “orar en caliente”, una práctica de oración intensa y una preparación espiritual previa al acto de predicar. Durante estos momentos, uno …

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La Autenticidad en la Predicación

La predicación la debemos ver como un ejercicio de autenticidad, disciplina espiritual y dependencia de Dios. La preparación del mensaje la podemos ver también como un proceso que incluye “orar en caliente”, una práctica de oración intensa y una preparación espiritual previa al acto de predicar. Durante estos momentos, uno debe sumergirse en el Espíritu Santo, orando en lenguas para memorizar el contenido, con el objetivo de infundir el mensaje con la misma unción de Dios que nos debe transformar primero a nosotros mismos.

Es importante ser fiel a nuestra propia identidad, comparando la autenticidad de quien predica con el momento en que David se negó a usar la armadura de Saúl para enfrentarse a Goliat. La unción fluye cuando el predicador abraza su llamado único y no intenta imitar a otros; la verdadera unción fluye cuando das el mensaje siendo tú, afinando tu oído a Dios y buscando cada vez más que el Espíritu profético te guíe.

Es importante que identifiquemos los cuatro “mensajes de vida” que Corey Russell nos propone y que Dios le ha llamado a proclamar: el conocimiento de Dios, la comunión con el Espíritu, la intercesión y la preparación para el regreso de Cristo. Estos temas representan los anhelos profundos del corazón de Dios y los objetivos de su ministerio, los cuales han moldeado tanto su vida personal como sus enseñanzas. La predicación va mucho más allá de la comunicación de información; se convierte en un acto de intercesión que abre la puerta a un encuentro con Dios. La sensibilidad del predicador hacia el contexto, la cultura y la madurez espiritual de su audiencia permite que el mismo mensaje tome formas y tonos diferentes, adaptándose a cada situación para maximizar su impacto espiritual.

También hay que tener en cuenta la vulnerabilidad que sigue a la predicación, reconociendo que después de momentos poderosos de ministración, nos podemos encontrar especialmente susceptibles a la tentación y la autocrítica. Para ser conscientes de ello, debemos desarrollar estrategias de autocuidado emocional y espiritual, incluyendo la conexión con su cónyuge si lo tiene, tiempo de calidad con sus hijos o familia y sobre todo la oración. Además, es importante tener una rutina de ejercicio físico, ya que es esencial también cuidar el bienestar físico para sostener su llamado ministerial a largo plazo. 

Finalmente, tengamos en cuenta que toda predicación debe apuntar hacia Cristo y su sacrificio. Inspirado en la declaración de Pablo en 1 Corintios 2:2 “Me decidí más bien, estando entre ustedes, a no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo y de este crucificado”. Recuerda que cada mensaje, aunque no mencione directamente a Jesús, debe conectar con su muerte y resurrección, dejando en la mente y el corazón de los oyentes una impresión de su vida redentora.

Así que anímate a preparar tus mejores mensajes como una forma poderosa de extender tu intercesión y de predicar el mensaje de salvación a tiempo y a destiempo como dice la escritura.

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Edwin Castro