Descubre el Poder de la Oración

Descubre el Poder de la Oración Los discípulos lo vieron todo. Fueron testigo de cada milagro. Escucharon cada mensaje. Contemplaron cada liberación. Observaron cada oración. Durante tres años y medio, los discípulos tuvieron un asiento en primera fila para ver la vida de Jesús. Observaron a Dios el Hijo hablando con Dios el Padre a …

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Descubre el Poder de la Oración

Los discípulos lo vieron todo. Fueron testigo de cada milagro. Escucharon cada mensaje. Contemplaron cada liberación. Observaron cada oración. Durante tres años y medio, los discípulos tuvieron un asiento en primera fila para ver la vida de Jesús. Observaron a Dios el Hijo hablando con Dios el Padre a través de Dios el Espíritu; aquel por quien todo fue hecho, tenía comunión con el Padre en presencia de sus discípulos. Ellos no estaban observando una actividad religiosa hecha por Jesús, no; la oración era Su vida, Su inhalación, Su exhalación.

Los discípulos no solo vieron a Jesús orar, sino que observaron con asombro cómo Jesús expulsaba demonios con una palabra. Miraron con incredulidad la manera en que Jesús sanaba a los leprosos, hacía caminar a los cojos y hacía ver a los ciegos. Escucharon su magistral sermón del monte y a menudo quedaron perplejos ante sus metáforas sobre el Reino de los Cielos. Observaron su evangelización sin esfuerzo con la mujer junto al pozo, miraron con gran asombro como resucitaba a los muertos. Incluso vieron a Lázaro salir del sepulcro después de haber estado muerto durante cuatro días.

Sí, los discípulos fueron testigos oculares de la vida y el ministerio de Jesús, sin embargo, no vemos un momento registrado en las Escrituras en el que le pidieran a Jesús: “Enséñanos a predicar”. No vemos una sola vez registrada en la que dijeran: “enséñanos a sanar”, “enséñanos a profetizar o “enséñanos a hacer milagros”. Después de pasar tres años y medio con el Hijo de Dios, le pidieron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Al final del día, lo que los discípulos querían era la vida de oración de Jesús. Querían lo que sucedió cuando Él cerró los ojos y habló con el Padre. Entendieron que había una manera de orar y querían desesperadamente que se las enseñara. Habían atado los puntos y descubierto que la vida pública del ministerio de Jesús era el resultado directo de su vida privada de oración.

“Enséñanos a orar”. Aquí es donde comenzamos nuestro viaje para cerrar la brecha entre “estar cerca de Dios” (proximidad) y tener una relación más profunda con él (intimidad). También es la escuela de oración donde aprendemos cómo conectarnos con el cielo para poder manifestarlo en la tierra. Este viaje nos cambiará, nos purificará y refinará para entrar a un nivel más profundo de comunión.


La vida de oración se cultiva diariamente; el Espíritu Santo desea llevarnos al salón del trono y enseñarnos cómo acceder al cielo. A través de nuestra boca y de nuestra vida, Él libera el Cielo en la tierra.

Ya sea que hayas estado caminando con el Señor cinco minutos, cinco años o cinco décadas, creo que este material tiene el potencial de desencadenar un cambio radical de intimidad y autoridad en tu vida de oración.

“Una vida de oración se cultiva diariamente; el ministerio público de Jesús era el resultado directo de su vida privada de oración”.

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Edwin Castro