Juan el Bautista

Juan el Bautista Había un hombre al que Jesús llamó el mayor hombre nacido de mujer. Su nombre era Juan Bautista y vivió toda su vida en un solo lugar: el desierto. Aunque este hombre nunca realizó un milagro, nunca abrió un oído sordo y nunca resucitó a una persona muerta de la tumba, su …

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Juan el Bautista

Había un hombre al que Jesús llamó el mayor hombre nacido de mujer. Su nombre era Juan Bautista y vivió toda su vida en un solo lugar: el desierto. Aunque este hombre nunca realizó un milagro, nunca abrió un oído sordo y nunca resucitó a una persona muerta de la tumba, su vida y su mensaje literalmente sacudieron a una nación. Cuando la mayoría de nosotros pensamos en un desierto, lo consideramos como la estación seca y dura que tenemos que atravesar para poder llegar a nuestro destino, pero ¿y si el desierto es el lugar donde estamos llamados a vivir durante esta peregrinación terrenal? El desierto del que estoy hablando no es un desierto geográfico sino una vida intencional de elección de vivir dependiente de Dios. En ninguna parte esto se logra de manera más práctica que viviendo una vida de oración constante durante décadas.

Una de las principales razones por las que muchos no persisten en la oración, es porque se resisten a reconocer su debilidad; sin embargo, es en la debilidad del ser humano que Dios perfecciona su fuerza. La oración te ayuda a reconocer y aceptar tu necesidad de Dios, y esto es absolutamente hermoso. Esto es lo que Jesús llamó bienaventurados, sin embargo, vivimos en una cultura que hace todo lo que está a su alcance para aislarnos de la dependencia; una sociedad que solo valora lo más grande, lo mejor y lo más visible, sin embargo, Jesús, que era plenamente Dios, se despojó de todo su privilegio Divino, vino a la tierra y vivió dependiendo de Abba como su fuente.

Juan estuvo en el desierto durante veinte años, viviendo entre un grupo radical de personas que se dedicaban a la oración, al ayuno y a leer la Palabra juntos. ¿Qué le pasó a Juan en el desierto durante esos veinte años? Todas sus ilusiones, fantasías y máscaras fueron destruidas. Todos los tentáculos de la cultura fueron arrancados de su alma y fue llevado a un reino completamente diferente. Se desintoxicó completamente de la cultura de su época.

Juan bautizó a toda una generación en las aguas del Jordán, preparándolas para la venida del Mesías. Les llamó a cambiar de rumbo, a arrepentirse, los invitó a salir de su pecado y recibir el Reino de los Cielos. Juan el Bautista no tuvo miedo, vivía según un conjunto de valores completamente diferente y un sistema radical. ¿De dónde los sacó? Los consiguió en el desierto, de hecho, nunca abandonó el desierto. Y fue su voz “clamando en el desierto” la que proclamó: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus senderos” (Mateo 3:3).

“Cada día de nuestra vida necesitamos a Jesús; la oración nos ayuda a reconocer y aceptar nuestra profunda necesidad de Dios”.

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Edwin Castro