La herida de la traición

En las primeras semanas hablamos sobre las heridas del abandono, el rechazo, la humillación y la inseguridad, grandes enemigos para muchos de nosotros. Hoy continuaremos con otro gigante llamado traición.

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Hemos estado desarrollando una hermosa serie que espero, esté ayudando a comprender mejor, cómo los hechos traumáticos del pasado -que no hemos sanado- afectan nuestro presente y distorsionan nuestro futuro. Es por esta razón que la serie se titula “Durmiendo con el enemigo”.

En las primeras semanas hablamos sobre las heridas del abandono, el rechazo, la humillación y la inseguridad, grandes enemigos para muchos de nosotros. Hoy continuaremos con otro gigante llamado traición.

Vamos a la enseñanza de este día y pidamos a Dios que nos acompañe en este proceso, que abra nuestros ojos a las cosas que hemos vivido y que han causado daño en nuestra vida aunque las hayamos normalizado.

1. ¿Qué es?

Esta herida se describe como un dolor profundo causado cuando alguien en quien confiábamos nos engaña, saca ventaja, nos decepciona gravemente con mentiras, falso testimonio, deslealtad o infidelidad. Obviamente proviene de personas cercanas, como amigos, familiares o parejas, y puede hacer que nos sintamos engañados, desconcertados, dolidos y desorientados emocionalmente.

Experimentas esta herida cuando sufres una infidelidad de parte de tu cónyuge, cuando esa persona en la que confiaste una intimidad la revela, cuando haces algún trabajo y otro se lleva el mérito, cuando alguien se aventaja de la confianza que le brindaste; he tenido que tratar con familias que se han traicionado por herencias o negocios. Un niño puede sentir esta herida cuando nace otro bebé e interpreta que ahora alguien más tiene la atención de sus padres.

Muchas personas en la Biblia vivieron esta herida y obviamente Jesús la experimentó de primera mano.

Génesis 37:28 NTV “Entonces, cuando se acercaron los ismaelitas, que eran mercaderes madianitas, los hermanos de José lo sacaron de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedas de plata. Y los mercaderes lo llevaron a Egipto.”

2 Samuel 15:3-6 LBLA “Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey. [4] Decía además Absalón: ¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia. [5] Y sucedía que cuando alguno se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba. [6] De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio; así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.”

Salmo 55:12-14 NVI “Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. [13] Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, [14] a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios.”

Salmo 41:9 NVI “Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla.”

Lucas 22:48 NVI “pero Jesús le preguntó: Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?”

2. ¿Qué causa en las personas?

La traición deja una marca profunda en nuestro corazón y en nuestra mente, haciendo que nos sintamos inseguros y desconfiados. Puede llevarnos a evitar el contacto cercano con otros y a cuestionar nuestra propia valía.

Esta herida implica una violación de la confianza y la lealtad. Las personas suelen experimentar una serie de emociones intensas como dolor, ira, confusión, tristeza y, en algunos casos, incluso traumas emocionales. La traición puede socavar la autoestima y la capacidad de confiar en otros, lo que puede afectar significativamente las relaciones futuras. Además, puede generar sentimientos de celos, paranoia o hipervigilancia en las relaciones posteriores, ya que la persona traicionada puede temer ser lastimada nuevamente. La recuperación de una traición puede requerir tiempo, apoyo y, en algunos casos, terapia profesional para sanar las heridas emocionales y reconstruir la confianza.

3. ¿Qué puedes hacer?

Salmos 56:4-11 NTV “Alabo a Dios por lo que ha prometido. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales? [5] Siempre tergiversan lo que digo; se pasan el día tramando cómo hacerme daño. [6] Se juntan para espiarme, vigilan cada paso que doy, ansiosos de matarme. [7] No permitas que estos malvados se salgan con la suya; en tu enojo, oh Dios, derríbalos. [8] Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro. [9] Mis enemigos emprenderán la retirada cuando yo clame a ti por ayuda. Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado! [10] Alabo a Dios por lo que ha prometido; sí, alabo al SEÑOR por lo que ha prometido. [11] En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?»

Reconocer el trauma. Muchas veces excusamos a las personas por sus acciones, pero el inicio del proceso de sanidad es ponerle nombre a lo que sucedió.
Identificar lo que causó en ti. El Espíritu Santo te ayudará a encontrar la mentira que creíste y las fortalezas que se crearon.
Perdonar a la persona o personas que causaron esa herida y renunciar a los votos internos y juicios realizados.
En caso de ser necesario buscar ayuda pastoral o profesional.

Deseo finalizar recordando lo que nuestro Señor y Salvador vino a hacer por nosotros para que te apropies de cada Palabra:

Isaías 61:1-4 NVI “El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, [2] a pregonar el año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, [3] y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del SEÑOR, para mostrar su gloria. [4] Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones.”

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Edwin Castro