La Relación con Jesús

La Relación con Jesús La relación con Jesús como el novio Divino es el corazón de la espera del regreso de Cristo y la preparación de la iglesia para su llegada y representa una de las realidades más profundas y transformadoras de la vida cristiana. La metáfora del novio y la novia no es simplemente …

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La Relación con Jesús

La relación con Jesús como el novio Divino es el corazón de la espera del regreso de Cristo y la preparación de la iglesia para su llegada y representa una de las realidades más profundas y transformadoras de la vida cristiana. La metáfora del novio y la novia no es simplemente poética; revela el deseo apasionado de Dios de tener una relación íntima y personal con cada uno de nosotros. En Efesios 5:25-27, se nos recuerda que Cristo ama a la iglesia y se entregó por ella, no solo para redimirla, sino para presentarla como una novia pura y sin mancha ante Él para una boda que se realizará. Esta relación se basa en un amor sacrificial y en un compromiso mutuo.

La naturaleza de esta relación exige que los creyentes se preparen de la misma manera que una novia se prepara para su boda. Esto implica vivir en santidad, buscar la presencia de Dios y mantener una vida de oración constante. La comunión por medio de la oración es el medio a través del cual cultivamos esta relación, permitiendo que el amor de Cristo nos transforme. En Juan 15:5, Jesús nos invita a permanecer en Él, recordándonos que nuestra vida espiritual está entrelazada con la de Él. La permanencia en Cristo es esencial para dar fruto y vivir en obediencia.

La relación con Jesús como el novio Divino no debe ser estática; debe ser dinámica y en crecimiento; así como una pareja se conoce y se enamora más profundamente con el tiempo, nosotros también debemos profundizar nuestra intimidad con Cristo. La devoción diaria, el estudio de la Palabra y la adoración, son aspectos fundamentales para nutrir esta relación. A medida que crecemos en nuestra relación con Él, comenzamos a reflejar su carácter en nuestra vida, esto debe ser notorio para quienes nos rodean.

Además, esta relación implica un sentido de expectativa y esperanza hacia la segunda venida de Cristo. En Apocalipsis 19:7-9, se describe la boda del Cordero, donde la iglesia se une a su novio en un glorioso encuentro. La anticipación de este evento debe motivarnos a vivir en integridad y a ser embajadores de su amor en el mundo. Cuando vivimos en esta expectativa, somos impulsados a compartir el evangelio y a invitar a otros a unirse a la gran celebración que está por venir de la cual solo los hijos seremos partícipes.

Vivir como amigos del novio implica no solo disfrutar de la relación, sino también compartir el mensaje de su regreso. Nos convierte en heraldos de su amor, buscando a otros para que se unan a la fiesta. En este tiempo de preparación, estamos llamados a vivir con un propósito claro, que es glorificar a Dios y prepararnos juntos para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo. En última instancia, la relación con Jesús debe ser el centro de nuestra existencia, guiando todas nuestras acciones y decisiones mientras nos preparamos para el día en que estaremos con Él para siempre.

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Edwin Castro