Construyendo un Hogar para Dios

Construyendo un Hogar para Dios Somos templo del Espíritu Santo y, por lo tanto, estamos llamados a construir una casa habitable para que Dios pueda reposar allí. Esto solo se puede lograr con una vida de oración profunda y continua que actúe como un contenedor adecuado para que la presencia de Dios permanezca en nosotros. …

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Construyendo un Hogar para Dios

Somos templo del Espíritu Santo y, por lo tanto, estamos llamados a construir una casa habitable para que Dios pueda reposar allí. Esto solo se puede lograr con una vida de oración profunda y continua que actúe como un contenedor adecuado para que la presencia de Dios permanezca en nosotros. Este “contenedor” no es otra cosa que una vida intencional, dispuesta a buscar la presencia Divina diariamente. Este mensaje sugiere que, al comprometernos a construir un espacio de oración estable y continuo, invitamos a Dios a habitar en nosotros. Esta dedicación no puede basarse en eventos de alta energía o encuentros esporádicos de inspiración. Más bien requiere una vida de oración consistente, algo similar a construir una casa en terreno sólido, donde se invierte en cimientos duraderos.

Esto nos debe alertar sobre la dependencia de muchas personas en “experiencias espirituales” transitorias —como servicios de adoración potentes, conferencias, o recursos devocionales en línea— en lugar de comprometernos a una vida de oración regular. El concepto del “espíritu de oración” es un estado en el cual el creyente se mantiene en sintonía constante con Dios, con la certeza de que Dios escucha, responde y se interesa por cada oración. Sin embargo, para llegar a este “espíritu de oración”, debemos pasar primero por la construcción de una “vida de oración” sólida. Una vida de oración que no solo se practique en momentos de necesidad, sino que se construya como una disciplina espiritual diaria. Esta práctica requiere desconectarse de distracciones que, “nublan la capacidad de escuchar la voz de Dios.” Las redes sociales, el entretenimiento digital, y las gratificaciones instantáneas, que han tomado el lugar de la devoción profunda, provocando que muchas personas vivan espiritualmente “dormidas”, que es el estado actual de parte de la iglesia de Cristo.

Esta disciplina de construir un tiempo y lugar para Dios es un mensaje urgente para el mundo de hoy. Dios no busca una relación superficial; Él desea un compromiso continuo que se refleje en acciones diarias. Esta relación de oración es lo que Jesús menciona en Juan 15:4 “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.” La invitación de Jesús a “permanecer” implica una relación continua y constante y es el objetivo de una verdadera vida de oración.

Mientras el mundo nos insta a llenarnos de actividades y distracciones, Dios nos invita a un lugar de quietud y profundidad en Su presencia. Este acto intencionado de desconectarse del mundo exterior y centrarse en Dios se convierte en una decisión diaria. Dios se encontrará contigo en la medida en que estés dispuesto a construir ese espacio donde Él pueda habitar.


Hoy te animo a que decidas construir ese lugar de encuentro en el secreto, el lugar donde vas a cultivar diariamente la presencia viva de Dios y pueda ser una habitación para encontrarte con tu Padre celestial.

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Edwin Castro