El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego

El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, como profetizó Juan el Bautista en Lucas 3:16, es una de las revelaciones más profundas de Jesús. Juan dijo: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien no soy …

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El Bautismo en el Espíritu Santo y fuego

El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, como profetizó Juan el Bautista en Lucas 3:16, es una de las revelaciones más profundas de Jesús. Juan dijo: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego” (NVI). Esta revelación, presente en los cuatro Evangelios, nos habla de un proceso de purificación y transformación que Jesús trae, no solo preparando nuestro corazón sino refinándolo con fuego.

El fuego de Jesús es un fuego que separa, como se menciona en Lucas 3:17. Este proceso de purificación elimina las áreas grises, las ambigüedades en nuestra vida, y establece una clara distinción entre lo que pertenece al Reino de Dios y lo que debe ser desechado. Jesús expresa en Lucas 12:49-53 un deseo ardiente de traer este fuego purificador a la tierra; este fuego, lejos de ser un símbolo de destrucción, es un agente de purificación y santificación, que divide no para destruir, sino para preparar a la Iglesia como una esposa pura y sin mancha. Jesús desea una relación íntima con nosotros, pero sabe que esta relación requiere un proceso de refinamiento profundo.

A lo largo de la historia, hemos visto cómo Dios ha usado el fuego para purificar a su pueblo, exponiendo debilidades y vulnerabilidades, trayendo a la luz todo lo que debe ser tratado. Este proceso no es cómodo, pero es esencial para prepararnos para un derramamiento más grande del Espíritu Santo. Jesús está preparando una Iglesia que refleje su gloria, una Iglesia que se una a Él en espíritu y verdad, sin las manchas de la religión superficial ni las arrugas de la autosuficiencia. Este bautismo de fuego también es un camino hacia una identidad espiritual más profunda: la identidad de la Novia. A través del fuego del Espíritu Santo, somos transformados y nuestra relación con Jesús se vuelve más íntima. Como dice Efesios 5:25-27, Jesús utiliza tanto el agua como el fuego para preparar a su Iglesia, lavándola y refinándola para presentarla como su novia pura y santa.

La comunión con el Espíritu Santo es fundamental en este proceso. 2 Corintios 13:14 nos invita a vivir en comunión constante con el Espíritu. Esta comunión implica meditar en la Palabra, hablar con el Espíritu Santo y orar en lenguas. A través de estos actos, el Espíritu Santo no solo nos revela los profundos misterios de Dios, sino que también, alinea nuestros pensamientos y emociones con los de Jesús. Hablar con el Espíritu Santo es una práctica que nos lleva a una comunión más profunda con Él. Frases simples como “Espíritu Santo, te amo” o “Espíritu Santo, guíame” pueden abrir un diálogo constante, permitiéndonos escuchar su voz en nuestro interior. El Espíritu Santo también actúa como el “Amigo del Novio”, preparando a la Iglesia para su encuentro con Jesús. En su papel, revela a Jesús a nuestra alma, destruyendo paradigmas erróneos y llevándonos a una comprensión más profunda de nuestra identidad como la Novia de Cristo.

En conclusión, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego es un llamado a una vida de santidad, transformación y comunión profunda con Dios. Nos prepara para nuestro destino eterno como la Novia de Cristo, estableciendo en nosotros una relación íntima y vibrante con Jesús, el Novio que anhela nuestra total devoción y pureza.

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Edwin Castro