En las primeras semanas hablamos sobre las heridas del abandono y el rechazo, dos grandes enemigos para muchos de nosotros. Hoy continuaremos con otro gigante llamado humillación.
En las primeras semanas hablamos sobre las heridas del abandono y el rechazo, dos grandes enemigos para muchos de nosotros. Hoy continuaremos con otro gigante llamado humillación.
Hemos estado desarrollando una hermosa serie que nos ayuda a comprender de qué manera los hechos traumáticos del pasado -que no hemos sanado- intoxican nuestro presente y roban nuestro futuro. Es por esta razón que esta serie se titula “Durmiendo con el enemigo”.
En las primeras semanas hablamos sobre las heridas del abandono y el rechazo, dos grandes enemigos para muchos de nosotros. Hoy continuaremos con otro gigante llamado humillación.
Vamos a la enseñanza de este día y pidamos a Dios que nos acompañe en este proceso, abra nuestros ojos a las cosas que hemos vivido y que han causado daño en nuestra vida aunque las hayamos normalizado.
1. ¿Qué es?
Denominada también vergüenza, la humillación es una marca emocional intensa causada al sentirse menospreciado, disminuido, descubierto, avergonzado o degradado públicamente. Puede generarse por situaciones en las que una persona es objeto de burla, crítica despectiva, ridiculización o cualquier forma de trato que atente contra su dignidad, el amor propio y autoestima. De igual forma proviene de comportamientos inapropiados de los padres, pobreza, pecados o situaciones cometidas que de alguna manera causan que una persona se sienta inferior o indigna (padres inmorales, delincuentes, adictos o con una conducta despreciable).
Génesis 3:8-10 NVI “Cuando el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios el SEÑOR andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. [9] Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? [10] El hombre contestó: —Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.”
1 Samuel 20:30 NTV “Entonces Saúl se puso muy furioso con Jonatán. ¡Tú, estúpido hijo de prostituta! lo maldijo. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre?”
Mateo 27:27-29 NTV “Algunos de los soldados del gobernador llevaron a Jesús al cuartel y llamaron a todo el regimiento. [28] Le quitaron la ropa y le pusieron un manto escarlata. [29] Armaron una corona con ramas de espinos y se la pusieron en la cabeza y le colocaron una caña de junco en la mano derecha como si fuera un cetro. Luego se arrodillaron burlonamente delante de él mientras se mofaban: ¡Viva el rey de los judíos!.”
2. ¿Qué causa en las personas?
Las personas que han tenido esta herida pueden sentirse avergonzadas, indignas o sin valor, lo que puede afectar su autoestima y confianza. En ocasiones pueden desarrollar temor a ser juzgados, dándole mucha importancia a la opinión de los demás, experimentando ansiedad al momento de socializar por temor a ser humillados nuevamente.
Evidentemente esta herida genera cicatrices duraderas en la auto imagen y la percepción de uno mismo. Síntomas como la ansiedad, la depresión y la tendencia a buscar constantemente la aprobación de los demás para sentirse valioso acompañarán la vida de estas personas. El tratar de buscar a cualquier costo la aprobación, los lleva a vivir en un círculo vicioso en el cual viven humillación constantemente ya que no se valoran.
Quienes padecen de esta herida, pueden pensar cosas como «soy un fracaso» o «no valgo nada» por lo que se aíslan y evitan las relaciones ya que no creen que puedan aportar nada y por el contrario, el temor a ser humillados regresa.
El dolor de la herida los lleva a sentirse muy ansiosos o nerviosos cuando tienen que hablar en público o interactuar con personas nuevas, por miedo a decir o hacer algo vergonzoso.
Quien ha sido humillado se esfuerza para hacer todo perfectamente, para evitar cualquier crítica o juicio negativo de los demás generando una constante insatisfacción al tratar de alcanzar un imposible.
El enojo con los demás o consigo mismo pueden mantener una raíz de venganza en sus corazones, pueden reaccionar de manera agresiva ante cualquier indicio de posible daño.
Pueden sentirse tristes, sin esperanza y desanimados, pensando que nunca podrán superar sus sentimientos de vergüenza o humillación.
Ejemplo de Lucas Conslie y la vergüenza que viví en la primaria y en la secundaria con la burla por mi fe.
3. ¿Qué puedes hacer?
Isaías 41:10 NVI «Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.»
Salmo 34:5 NVI «Los que miran a él, quedaron radiantes; sus rostros jamás mostrarán decepción.»
Salmo 25:3a NVI «Nadie que en ti espera quedará decepcionado»
Reconocer el trauma. Muchas veces excusamos a las personas por sus acciones, pero el inicio del proceso de sanidad es ponerle nombre a lo que sucedió.
Identificar lo que causó en ti. El Espíritu Santo te ayudará a encontrar la mentira que creíste y las fortalezas que se crearon.
Perdonar a la persona o personas que causaron esa herida y renunciar a los votos internos y juicios realizados.
En caso de ser necesario buscar ayuda pastoral o profesional.
Deseo finalizar recordando lo que nuestro Señor y Salvador vino a hacer por nosotros para que te apropies de cada Palabra:
Isaías 61:1-4 NVI “El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, [2] a pregonar el año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, [3] y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del SEÑOR, para mostrar su gloria. [4] Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones.”