La Iglesia en los últimos días

La Iglesia en los últimos días En Apocalipsis 22:17, se nos muestra una visión profética de la Iglesia en los días finales: “El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’”. Este versículo encapsula tres elementos claves que definirán el estado de la Iglesia antes del regreso de Cristo: la unidad con el Espíritu Santo, el despertar …

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La Iglesia en los últimos días

En Apocalipsis 22:17, se nos muestra una visión profética de la Iglesia en los días finales: “El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’”. Este versículo encapsula tres elementos claves que definirán el estado de la Iglesia antes del regreso de Cristo: la unidad con el Espíritu Santo, el despertar de la identidad como la Esposa de Cristo y un espíritu de oración predominante.

Primero, la unidad entre el Espíritu Santo y la Iglesia será una realidad tangible. Esta no será una unidad superficial, sino una sincronización profunda con propósito y voluntad. Jesús oró por esta unidad en Juan 17:21-26, pidiendo que la Iglesia sea una con el Padre y el Hijo. Este tipo de unidad es el resultado del derramamiento de la gloria de Dios y no de esfuerzos humanos. Efesios 4:11-13 nos muestra que los diferentes ministerios en la Iglesia trabajarán juntos para edificar el cuerpo de Cristo hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios.

En segundo lugar, la Iglesia será transformada para vivir plenamente su identidad como la Esposa de Cristo. Aunque ahora muchas congregaciones están marcadas por la apatía y el compromiso con el mundo, esta condición cambiará radicalmente. Efesios 5:27 promete que Cristo presentará a la Iglesia “gloriosa, sin mancha y sin arruga”, santa y sin defecto. Este proceso de transformación será uno de purificación y preparación, orientado hacia la plena comunión con el Novio.

El tercer elemento es el surgimiento de un espíritu de oración en la Iglesia. Este clamor no será una mera formalidad, sino un deseo apasionado por la venida de Jesús. La oración se convertirá en el medio a través del cual la Iglesia expresa su anhelo por Cristo, reflejando una mayor revelación de Jesús como el Novio. Esta dependencia en la oración será fundamental, ya que la Iglesia aprenderá a depender del Espíritu Santo, reconociendo que no puede perfeccionarse por medios humanos, como advierte Pablo en Gálatas 3:1.

El proceso de refinamiento que Dios utilizará incluirá su presencia y la presión de las tribulaciones. Su presencia renueva y transforma, mientras que la presión purifica y libera de la autosuficiencia. Esto llevará a la Iglesia a depender más profundamente del Espíritu Santo y a fortalecer su comunión con los demás. La Iglesia, que hoy en día está dividida y en gran parte indiferente o dormida, será transformada en una comunidad vibrante y fervorosa, completamente entregada a la obra del Espíritu. 

La revelación del Espíritu Santo será esencial en este proceso. La Iglesia ha tratado al Espíritu como una figura distante o incomprendida, pero en estos últimos tiempos habrá una conexión mucho más personal y directa con Él. El Espíritu Santo nos guiará hacia una relación íntima con Jesús, ayudándonos a comprender su amor y a prepararnos para su regreso.

Finalmente, el grito unificado del Espíritu y la Iglesia, “¡Ven, Señor Jesús!”, será la expresión culminante de un proceso de profunda transformación. La Iglesia estará lista, purificada y unificada, esperando con fervor el regreso de su Novio.

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Edwin Castro