María de Betania

María de Betania Hay una mujer en la biblia que entendió la importancia de aproximarse a Jesús. Su nombre era María de Betania. Vemos a María solo tres veces en las Escrituras, pero en cada caso, ella está a los pies de Jesús (ver Lucas 10:38-42; Juan 11; 12:1-3). De alguna manera, descubrió lo que …

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María de Betania

Hay una mujer en la biblia que entendió la importancia de aproximarse a Jesús. Su nombre era María de Betania. Vemos a María solo tres veces en las Escrituras, pero en cada caso, ella está a los pies de Jesús (ver Lucas 10:38-42; Juan 11; 12:1-3). De alguna manera, descubrió lo que más conmovió al salvador y, a pesar de lo impopular que fuera, se entregó a ello.


María nunca tuvo un gran ministerio. Ella nunca escribió su propia epístola; de hecho, no escuchamos nada sobre ella después de su aparición en Juan 12, y solo una declaración, una línea que dijo, está registrada en la Palabra de Dios: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.(Juan 11:32). 


Sorprendentemente, cada vez que la vemos en el texto bíblico, Jesús la defendía, la alababa y nos llamaba a todos a mirarla y a aprender de su entrega hacia él. Me parece que esta mujer vio a Jesús tal como era antes que los demás. Ella descubrió lo que lo movía y lo aprendió; aprendió su lenguaje de amor y se entregó por completo a tocar las cuerdas de su corazón.


Ante todo, María tuvo la valentía de sentarse, callarse y cultivar una historia con Dios, construyendo intimidad con Jesús y su Palabra. Ella aprendió a esperar en Él, a sus pies. Dios quiere entrenarnos en esta hora para aprender a aprovechar el momento. Quiere enseñarnos que “hacer algo” no es lo que desencadena una erupción en la Iglesia, no es necesariamente lo que libera el cielo en la tierra. Esperar delante de Jesús, sentarse a sus pies, escucharlo: ¡Estos son los agentes que atraen el poder y la gloria de Dios! No querrás perderte el momento en que el Hijo de Dios esté en tu casa. Si no aprendes a descubrir los momentos santos de su presencia en tu hogar, en tu auto, en tu dormitorio, en tu armario de oración o en tu lugar de trabajo, quedarás atrapado en el remolino, confundido alrededor de Jesús, y nunca lo encontrarás.


“Dios desea que descansemos en Él y que aprendamos a deleitarnos en su presencia”.

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